La preocupación por definir una actividad y sus alcances, es una actitud muy saludable en todos los que desean desarrollar esa actividad, cualquiera que sea, con responsabilidad y con justeza.
Para quienes nos dedicamos al ministerio catequístico, no está demás recordar con exactitud, qué decimos cuando nos referimos a la catequesis. Por eso, es bueno recurrir al Magisterio de la Iglesia para encontrar la respuesta que necesitamos para revitalizar nuestra tarea:
"La catequesis es la actividad constantemente necesaria para difundir viva y activamente la Palabra de Dios y ahondar en el conocimiento de la persona y del mensaje salvador de nuestro Señor Jesucristo; la educación que consiste en la educación ordenada y progresiva de la fe y que está ligada estrechamente al permanente proceso de la maduración de la misma fe".Mensaje del Sínodo de la Catequesis, Obispos al Pueblo de Dios. Año 1977.
Decir que la catequesis es "la actividad constantemente necesaria" implica subrayar dos aspectos que no se pueden pasar por alto. Constante quiere decir que no se limita a una determinada etapa. No se refiere a un momento de la vida de la persona ni a un momento pastoral de una comunidad.
La catequesis es constantemente necesaria en la vida de la Iglesia y en la vida de la persona. No se puede optar por la catequesis por un período y después tomar otro rumbo. Sea cual fuera el plan pastoral de una región, de una diócesis o de una parroquia, la atención catequística nunca puede postergarse ni dejarse en segundo plano. Con respecto a la necesidad no hace falta hacer aclaración alguna. Todo lo que es necesario es indispensable e ineludible. Lo que es necesario no puede reemplazarse por nada sin que se deteriore lo esencial.
Entonces, cuando observamos que la pastoral catequística se fija sólo en la catequesis de iniciación de niños, evidentemente que está desatendiendo otras etapas de la vida. Una pastoral catequística que no tiene en cuenta todas las etapas de la vida y todas las formas posibles de la catequesis estará dejando de lado también un montón de personas que necesitan continuar ese proceso de encuentro con Jesús. Catequesis prebautismal para padres y padrinos, catequesis prematrimonial, catequesis de adolescentes y de jóvenes. Catequesis de adultos –ya sea de iniciación o de profundización, catequesis en situaciones especiales (enfermos, presos, discapacitados…), catequesis para la preparación a la confirmación y tantas otras maneras concretas de acercarnos a la realidad de la gente que necesita acercarse al mensaje de Jesús.
Por medio de la catequesis la Iglesia quiere difundir viva y activamente la Palabra de Dios. No es una mera difusión nocional-intelectual. La difusión de la Palabra que se hace por medio de la catequesis tiene como características la vitalidad y la dinámica. No basta conformarse con que la Palabra de Dios sea conocida y aprendida. Se puede saber y no creer. Se puede saber y no estar convencido de lo que se sabe. La catequesis presenta la Palabra como luz viva que ayuda a ver la vida y se manifiesta en forma activa porque compromete e integra la misma vida con una mentalidad nueva.
Si no hay contacto con la Palabra de Dios, la catequesis deja de ser catequesis y queda en un plano que puede resultar atractivo para algunos pero que no sirve para profundizar el encuentro con Cristo. Esto quiere decir que se puede abordar un tema que, aparentemente, parezca catequístico, pero, insisto, si no hay proclamación de la palabra de Dios, se queda en el terreno de la discusión filosófica, en el plano de lo moral o en el simple compartir situaciones de vida para confrontar opiniones y nada más. Hay que aclarar que actividades grupales de este estilo pueden estar muy bien y ayudar a mucha gente, pero no es catequesis.
Ahondar en el conocimiento de la persona y del mensaje salvador de Nuestro Señor Jesucristo es algo que va más allá de un mero aprendizaje o de una simple instrucción. Quienes creen que la catequesis es "un curso" para prepararse para a un sacramento, o "unas horas de clase" que suelen darse en los colegios católicos y en la escuela pública de algunas provincias, se equivocan. No podemos hablar de la catequesis en esos términos. Cuando se ahonda en el conocimiento y en el mensaje de Jesús, nos estamos interiorizando de la forma en que ha vivido y nos propone vivir Jesús; alguien que trasciende el momento histórico que ha vivido en una época determinada porque está vivo aún. Jesús no marcó una época, marcó la historia; y hoy está vivo porque ha resucitado y vive en medio nuestro.
Quien estudia la figura de Julio César, de Alejandro Magno, de Napoleón o de José de San Martín, hace un acercamiento al personaje histórico que se desarrolló en un contexto particular y que, si bien puede haber dejado su influencia, está limitado por circunstancias bien concretas. Jesús, en cambio, más allá de la historia particular, es presencia viva y actual. |